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outubro 16, 2012
Panamericano. Beatriz Milhazes. Pinturas 1999 - 2012 por Lara Marmor
Panamericano. Beatriz Milhazes. Pinturas 1999 - 2012
Actividades relacionadas con la exposición:
Beatriz Milhazes en contexto: 18 y 25 de octubre y 1 de noviembre de 18:30 a 20:00
La ronda redonda a cargo de Marina De Caro. Miércoles 24 octubre a las 18:30
El blanco sucio de las nubes, la geometría juguetona de Helio Oiticica y Lygia Clark, el carmín de las bugambilias, Sonia Delaunay, el dorado del barroco, la fuerza briosa del fondo del mar, los mosaicos portugueses, las joyas de Miriam Haskell, Matisse y Mondrian conviven, todos juntos, en las pinturas de Beatriz Milhazes (RJ, 1960), una de las artistas brasileñas con mayor reconocimiento internacional.
Milhazes vive en Río cerca del jardín botánico, hace escenografías, pinta en un taller bastante pequeño siete horas diarias, los cuadros pueden tomarle hasta un año de trabajo, realiza varias telas en simultáneo y cada una con una paleta diferente. Sus pinturas se cotizan en más de un millón de dólares y se caracterizan por el potente efecto hipnótico que generan las tramas de forma y color en la retina del espectador.
El contacto con su obra es extremadamente sensorial. La mirada queda cautivada por la intensidad cromática que irradia la superficie. Rosas, turquesas, rojos, violetas, colores pasteles, primarios, fluorescentes y otros al borde de la evanescencia. Formas geométricas y figuras orgánicas. El ojo puede comenzar el recorrido por cualquiera de los elementos: rosetones, círculos o flores, también por los planos de color, las manchas o las superficies inacabadas, por esferas concéntricas o por sus líneas verticales y horizontales.
Esta percepción a la vez fluida y frenética existe gracias a la estructura sintáctica de las obras, que conjuga una tensión perfecta entre color y color, color y forma y entre las formas en sí. La lógica constructiva de Milhazes sigue la lección que Matisse inauguró en 1906 con La alegría de vivir, cuya trampa óptica enloqueció al público del Salón cuando el movimiento de la imagen anulaba para sus ojos la posibilidad de reposo en un punto fijo.
Invito a quien acuse a estas obras de ser solo bellas o decorativas a recorrer las casi treinta piezas colgadas magistralmente, a penetrar en lo hondo de sus capas, nacidas de un elaborado proceso, donde el trabajo gestual se mezcla con superficies de pintura adheridas a modo de calco -Milhazes pinta sobre matrices de plástico, luego la pintura se seca, la despega y transfiere-. Con seguridad, estos cuadros sin puntos ni comas, lo llevarán a experimentar con los ojos abiertos un sueño verdadero y profundo.