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agosto 26, 2011
Plano de falla por Lara Marmor
Según el Diccionario geológico una falla es la ruptura de una superficie en bloques. Existen fallas de pocos decímetros y otras de miles de metros. El plano de falla es el espacio entre los bloques de piedra. Carla Zaccagnini reorganiza superficies y, como Panda, la divinidad griega que abre caminos, genera relámpagos entre los signos. Con economía de recursos y voluntad desarticuladora, la artista busca lo que subyace en la lengua y en la forma. Sutil y sintética, recolecta piezas y las reordena con el fin de corromper los significados originales conocidos. Propone, a través de juegos guiados por reglas de supresión y corte, otras maneras de ubicarnos y entender el mundo.
Zaccagnini nació en Buenos Aires y desde pequeña vive en San Pablo. Ha residido en lugares tan distantes y disímiles como Finlandia y Cuba, Escocia o Canadá. Mientras sus piezas se amoldan a esta forma diaspórica de habitar el mundo, hoy es el turno de trabajar en Buenos Aires con sus carteles, guías y edificios. Como un work in progress de bolsillo, la artista presenta la primera de las cuatro obras de “Plano de falla”: un grupo de etiquetas de cerveza plegadas como cajitas de Marlboro donde cada frunce busca inquieto una palabra hasta entonces ignorada.
Reclasificados es un conjunto de collages armados a partir del recorte de avisos de la guía de servicios de la ciudad. Cada uno reúne clasificados asociados a disciplinas y categorías que no obedecen a la lógica comercial: la geografía, la biología y el arte son algunas de las entradas que Zaccagnini inventa. El trabajo ofrece una nueva topografía urbana basada en las formas que históricamente se ocupan de orientar al sujeto en el espacio. En tercer lugar, la artista deposita un piloncito de stickers negros junto a una pared donde figuran los nombres de las calles próximas a la galería y las instrucciones del juego: al pegar las calcomanías sobre algunas de las letras de los carteles, se crean nuevas palabras y se logra así, a partir de un recurso lúdico y mínimo, una completa desorientación en el espacio público.
Por último, y siguiendo la relación entre lo visible e invisible, mediante un juego óptico de espejos, Zaccagnini con pulso anárquico borra el Congreso y lo reemplaza por una zona liberada de cielo y tierra. Este gesto evoca obras de Van Eyck, Dalí o Duchamp, que a partir del uso del espejo recorrieron la tensión, todavía latente, entre realidad y virtualidad. La falla podría entonces pensarse como esa hendidura profunda que subyace o amenaza con aparecer y alterar el orden conocido. Es el pliegue que cambia la forma de ver. Plano de falla sería así la trama de signos mutilados e imágenes que emergen.
Texto sobre la muestra de Carla Zaccagnini en la Galería Ignacio Liprandi.